martes, 5 de noviembre de 2013

¡Mi Príncipe! // Capítulo 15 // ¿Eres mi príncipe? (Gran final 1º parte)

INT. / PARQUE DE DIVERSIONES / NOCHE

Esteban continúa consternado frente al beso que Litzi acaba de darle en la mejilla, pero Litzi se siente incapaz de responderle y de sostenerle la mirada a él.



Esteban: Litzi…

Litzi: (interrumpiéndole) Sí, Esteban. Eres tú. Tú eres el hombre del que estoy enamorada (sollozando). No pude evitarlo al ver como me ayudabas, como me apoyabas cuando mi tío me maltrataba y me tenía sometida bajo su voluntad. Eras y sigues siendo tan lindo conmigo, que… es inevitable (se le salta una lágrima), inevitable sentir esto por ti (agacha la cabeza).

Esteban: Litzi (le levanta la cabeza delicadamente). Tú eres una chica increíble, créeme que te he tomado un enorme cariño (le sonríe tierno). Me siento halagado, pero…

Litzi: Ya lo sé. No tienes que decírmelo. Desde que descubrí que me enamoré de ti, acepté que no podías sentir lo mismo que yo, mucho más cuando me hablaste de esa chica que te gusta, pero que no te corresponde.

Esteban: Si pudiera sacarla de mi corazón, y eligiera de quien enamorarme, de ti lo haría, pero como no me es posible, es casi que imposible que podamos llevar tú y yo alguna relación. No sabríamos si funcionaría, y lo que menos quiero es hacerte daño.

Litzi: No te preocupes. Te agradezco que seas claro conmigo. Es por eso mismo que voy a esperar para ver como van a darse las cosas. Te esperaré a ti o esperaré a alguien más; sólo le daré tiempo al tiempo.

Y de repente Esteban se acerca a Litzi y la abraza fuertemente. Ella le corresponde el abrazo, encogiéndose en el pecho de él. Aquel momento entre los dos se vuelve único. Sólo se confortan sumisos en el abrazo, haciendo el momento cada vez más mágico.

INT. / APARTAMENTO DE CAROLA / NOCHE

Carola llega a su apartamento. Prende las luces. Justo cuando cierra la puerta, se desliza sobre ella, sintiendo un intenso dolor en el pecho. Recuerda agobiada las palabras de Samael cuando escuchó la grabación.







Carola: (hablando entre lágrimas) Dios mío… Esto me está matando. Es el dolor más profundo que he sentido en mi vida, ni siquiera aún cuando se murieron mis papitos sentí esta herida. ¡Ay! ¿Qué voy a hacer Señor? ¿Qué voy a hacer? (rota de dolor). Samael me trató como una completa basura.

Sin saberlo, en el mismo piso, Samael se baja del ascensor. Va directo a tocar al apartamento de Carola. Ella al escuchar, se asusta, se levanta de piso y se limpia las lágrimas apurada.



Carola: ¿Quién es?

Samael: (gritando desde afuera) ¡Carola! ¡Soy yo! ¡Ábreme! Necesito hablar contigo urgente.

Carola (furiosa): ¡Lárgate de aquí! ¡Ahora no quiero no ver a nadie! ¡Lárgate!

Samael (preocupado): ¿Pero qué te pasa? (tocando la puerta). ¿Estás bien? ¡Ábreme!

Carola: (llorando) ¡Vete Samael! ¡No te quiero ver! Y no insistas, no pienso abrirte, así que vete por donde viniste.

Samael: Carola, no me hagas esto. No me dejes más preocupado de la que ya estoy. Ábreme, hablemos. Si estás enojada por algo, solo dímelo y te pido perdón, pero no me dejes así, por favor.

Carola (histérica): ¡Vete! ¡Vete de una buena vez! Si sigues ahí, voy a llamar a la policía, así que vete.

Samael suspira resignado y decide irse con una enorme preocupación e incertidumbre respecto a la actitud de Carola. La chica llora desconsolada dentro de su apartamento.

Varios minutos después, Litzi llega y ve a Carola llorando sentada en el sofá viendo televisión. Litzi sin dudarlo, corre a atender a su amiga que ya tiene puesta su pijama.



Litzi (muy preocupada): ¿Carola? ¿Pero qué te pasó? ¿Por qué estás así? ¿Qué te hizo la señorita Elisa?

Carola: ¡Ay Litzi! Ella tenía razón. Me estaba diciendo la verdad y así yo no quería creerle. Samael todo este tiempo no ha hecho otra cosa que burlarse de mí, mientras yo como una mensa caía rendida a sus pies.

Litzi: ¿Por qué dices eso? ¿Qué pasó?

Carola: La señorita Elisa me mostró una grabación que le hizo a Samael cuando él y ella todavía eran novios. En esa grabación él decía cosas horribles de mí, me trató como si fuera un animal, una porquería. Le decía a Elisa las intenciones que tiene conmigo. Sólo que me quiere para pasar el rato, porque yo le resulto interesante, pero no me ama (triste). ¡Me tomó por tonta!

Litzi (sorprendida): No puede ser. No puedo creer que Samael sea así. Pero ya decía yo que los cantantes son los más perros. ¿Por qué iba a ser él la excepción? ¿Para qué iba a querer llevar una relación seria sabiendo que están rodeados de fanáticas?

Carola (enojada): ¡Es un canalla! Cree que las mujeres son objetos con los que se puede divertir como se le dé la gana. Cree que las puede coger de su puerquito. Se lo hizo a Elisa. Yo iba a ser la siguiente si no me hubiera dado de cuenta.

Litzi: Ya no vale la pena que sufras por él Carola. No merece ni que derrames una lágrima.

Carola: Es que no puedo evitarlo. Me duele mucho que me haya engañado de esta manera y que a mis espaldas me tratara como una basura. Antes de que llegaras, vino hasta aquí, pero no le quise abrir la puerta y le grité que se largara. Pero mañana, seguro que me va a ir a buscar a la disquera.

Litzi: ¿Y qué vas a hacer? ¿Lo vas a enfrentar?

Carola: ¡Sí! Le voy a decir sus cinco verdades en toda la cara. Lo voy a hacer sentir como una basura, así como él lo hizo conmigo.

Litzi: Yo la verdad no sé si eso sea lo correcto. Si tú no le importas, ¿crees que le va a importar lo que le digas?

Carola: Le tiene que importar porque lo voy a herir donde más le duele, en su orgullo, que bien alto lo tiene. No va a soportar que una simple chica como yo lo ponga en su lugar. Le va a doler.

Carola continúa sollozando, mientras Litzi la ve suspirando, preocupada.

INT. / HOSPITAL, HABITACIÓN DE SPOCK / AL DÍA SIGUIENTE

Temprano en la mañana, Morticia entra silenciosamente a la habitación de Spock. Él está entre dormido y al escuchar la puerta cerrarse, abre los ojos.



Spock: (con la voz débil) Morticia. ¿Estoy vivo o me encuentro en el más allá contigo?

Morticia (contenta): ¡Estás vivo mi Spock! (lo besa en los labios). No sabes la preocupación tan grande que sentí ayer en todo el día pensando que estirabas la pata (ríe). Por poco me da algo a mí también.

Spock: Pues qué desgracia que no me haya muerto, porque ahora me quiero morir. Esto es un castigo del cielo por haberme convertido en el cómplice de Elisa. Me casé contigo sin saber que al hacerlo quedaba en la ruina y cavaba mi perdición. Es un castigo.

Morticia (desconcertada): No entiendo de qué estás hablando extraterrestre de mi alma. ¿El infarto te afectó la cabeza y estás enloqueciendo?

Spock: ¡No Morticia! La que está loca eres tú, loca de remate. ¿Cómo pudiste haber roto tu asociación con Gaby Music? Esa era nuestra única entrada de dinero para nuestra vida de casados. ¿De qué viviremos ahora?

Morticia: Pos no sé, pero qué importancia tiene la plata ahora. Lo importante es que no te moriste y no me quedé viuda. En menos de lo que canta un gallo saldrás de aquí y podremos seguir viviendo nuestro idilio de amor.

Spock: (volteando la cabeza) Mejor vete Morticia. Ahora no quiero ver a nadie. Necesito estar solo. Vete.

Morticia (extrañada): ¿Estás bien mi Spock? ¿Quieres que llame al medicucho?

Spock: (gritando) ¡No quiero nada tuyo! ¡Vete! No me hagas ponerme mal de nuevo por tu culpa. ¡Sal de aquí!

Morticia (muy triste): Está bien mi amor. Entiendo.

Y muy triste con la cabeza baja, Morticia sale de la habitación, sin entender la actitud de su esposo.

INT. / ESTACIÓN DE POLICÍA / DÍA

La maquiavélica Elisa se encuentra ingresando a una estación de policía, sonriendo con malicia, pero justo cuando entra a la oficina de un agente finge una gran preocupación.



Elisa: Buenos días señor agente. ¿Cómo está?

Agente: Buenos días señorita. Bien, gracias. Tome asiento por favor. ¿En qué puedo ayudarle? ¿Cuál es su nombre?

Elisa: (tomando asiento) Me llamo Elisa Montero y vengo a hacer una denuncia contra alguien por hurto. Esa persona se llama Carola Gómez.

Agente: ¿Cómo sabe usted que la persona que me dice es la culpable del robo? ¿Dispone de alguna prueba para acusarla?

Elisa: Por supuesto señor agente. No hubiera venido hasta aquí liada por una simple sospecha.

Elisa saca de su bolso la cédula de ciudadanía de Carola, guardada dentro de una bolsa plástica. Se la entrega al agente de policía y él la recibe.

Elisa: Encontré eso en mi apartamento, cerca del lugar donde tenía guardadas las cosas que la culpable me robó. Ella estuvo visitándome anoche y de repente desapareció. Fue cuando me percaté que me faltaban cosas muy valiosas. ¿Qué otra persona pudo haber sido si fue la única que pisó mi apartamento?

Agente: ¿Podría decirme qué cosas le robó?

Elisa: Miles de dólares y varias joyas, collares y anillos con piedras preciosas. Son muy caras señor agente. Tienen que arrestar esa chica, tienen que detenerla antes de que se escape, por favor (desesperada). Todo lo que me robó está demasiado valorizado. Yo les puedo proporcionar la dirección de su casa, o hasta su lugar de trabajo porque incluso soy su jefa, pero deben detenerla.

El agente mira detenidamente la cédula de Carola.

INT. / APARTAMENTO DE SAMAEL, COMEDOR / DÍA

Samael está en el comedor de su lujoso y amueblado apartamento. La empleada, que es asiática, termina de servirle el desayuno, pero él está pensativo por la manera en que Carola lo trató la noche anterior.



Empleada: Listo señor. ¿Desea algo más?

Samael: No Lin Xio, muchas gracias. Puedes retirarte.

En ese momento tocan el timbre. La empleada va a abrir la puerta. Es Esteban.



Esteban: Buenos días. ¿Se encuentra Samael?

Empleada: Sí joven. Pase. Está en el comedor.

Esteban pasa al apartamento. La empleada cierra la puerta y se retira a hacer otros quehaceres.

Esteban: Hola Samael. ¿Te sientes bien? Te noto agotado.

Samael: (suspirando) No pude pasar buena noche. Ni siquiera me acuerdo si en algún momento concilié el sueño.

Esteban (extrañado): ¿Y eso por qué? ¿Qué sucede? (se sienta en otro extremo del comedor).

Samael: Ayer en todo el día no vi a Carola. Estuve buscándola en la disquera en las horas del almuerzo, pero no la encontré y como me pasé casi toda la tarde corrigiendo algunas pistas de mis canciones en la sala de audio, ya no tuve de buscarla más tarde.

Esteban: ¿Y te preocupa? ¿Es eso?

Samael: Lo que me preocupa es que en la noche fui hasta su apartamento. Toqué y no me quiso abrir. Desde adentro me gritó histérica que me fuera. No sé qué le pasa (confundido).

Esteban: Samael, perdona que te diga esto, pero como tu amigo es necesario. Carola es una muchacha que responde de acuerdo a como la traten. Si se comportó así contigo, no es porque ella quiera, sino porque le hiciste algo que la hirió. Ella es frágil, cuídala. Si crees que no puedes congeniar con ella, lo mejor es que lo pienses y te alejes antes de seguirla hiriendo.

Samael: Yo no tengo nada qué pensar Esteban. Aunque me resulta un poco dificultoso de decir, debo aceptar que… amo a Carola (avergonzado). La amo y es mi dulce princesita… Y de sólo pensar en todas las cosas tan locas que hace a veces (sonríe), siento que me enamoro más de ella y me hace ver a mí el mundo de otra manera. La quiero y ahora tengo el extraño sentimiento de estrecharla entre mis brazos y decirle que la amo como nunca (se emociona mientras sonríe).

Esteban mira a su amigo atento a lo que dice. Ve que en sus ojos como cada una de sus palabras por Carola son sinceras.

INT. / GABY MUSIC, CAFETERÍA / HORAS DESPUÉS

Carola acompaña a su tía Morticia. Las dos toman café tibio en la cafetería de la disquera. Ocupan una mesa. Morticia tiene la mirada agobiada, al igual que Carola, pero ésta última procura darle ánimos a su tía.



Carola (triste): ¡Cuánto lo siento tía Morti! ¿Y dices que el señor Spock se enojó contigo?

Morticia: No lo sé mi Carolis, pero yo creo que sí. Está preocupado porque yo renuncié a ser socia de este chuzo y no sabe como nos mantendremos económicamente, justo ahora que estamos casados.

Carola: Pos me parece de mal gusto que se enoje contigo por eso. Antes como buen esposo debió haberse alegrado de que tú tomaras la decisión de no trabajar más por ser mujer, y él por ser el hombre tuviera que cargar con los gastos.

Morticia: ¡No seas anticuada coña! Estamos en el siglo XX y ahora las mujeres podemos superarnos, como tú o como yo. ¿A poco no lo crees?

Carola: Tía, una corrección. Estamos en el siglo XXI, y pues sí, tienes razón. Yo lo decía porque por lo general los hombres son los que tienen ese tipo de mentalidad.

Morticia (sorprendida): ¿Siglo XXI? ¡Por mi bisabuela Mortipatra! ¡Pero como corre el tiempo coños! Recuerdo como si fuera ayer cuando andaba de viaje por el mar muerto con Homero, mi ex.

Carola: (riendo) ¡Ay tía Morti! Tú siempre encuentras la manera de hacerle sacar una sonrisa a cualquiera.

Morticia (extrañada): ¿Y por qué lo dices mi niña? ¿Qué te pasa? Ya decía yo que andabas más en el otro lado que acá. Con razón te ves más paliducha que los muertos de cementerio suizo.

Carola: Es que últimamente no me he sentido bien. Cuando crees que eres feliz, en realidad no es así y siempre habrá algo que te haga sentir incompleta.

Morticia: (examinando a Carola) Mmm, me da la corazonada que esto tiene que ver un hombre. ¿Qué te pasó con el príncipe?

Carola: Descubrí que no es tan príncipe después de todo tía, sino un canalla. Un imbécil.

De repente, Morticia divisa a lo lejos como Samael se acerca.



Morticia: Hablando del rey de roma, y él que se asoma. ¡Ahí viene!

Carola se voltea y ve a Samael, pero ya es demasiado tarde para esconderse, puesto que él ya la vio. Carola mira muy desagradada y se levanta para irse.

Carola: Perdóname tía Morti, hablamos luego. Lo que menos quiero ahora es que Samael me dirija la palabra.

Y tal como lo dijo, Carola se retira con cierta prisa de la cafetería. Morticia observa la escena y ve como Samael sale tras ella.

Samael: (gritando) ¡Carola! ¡Carola, no te vayas! Necesitamos hablar.

Morticia: Estos pleitos de enamorados son mejores que las películas ochenteras que le gustan a mi hermana Gaby (ríe).

Carola sube al ascensor y comienza a apretar el botón para que se cierre pronto. Justo cuando la puerta está a punto de cerrarse, Samael interpone la mano y entra al ascensor. Las puertas se cierran y los dos quedan a solas, en un silencio turbador.

Carola (cortante): ¿Para qué me sigues buscando? ¿Quieres seguir burlándote de mí, ah? ¿Es eso?

Samael: Carola, no entiendo por qué estás diciéndome esas cosas. No hace falta que pregunte si estás enojada porque tu comportamiento hacia mí lo delata, pero me desconcierta bajo qué motivos.

Pero Carola no aguanta, y le suelta a Samael una sonora cachetada, mientras los ojos se le inundan de lágrimas.

Carola: (gritando) ¡Hipócrita! ¡Embustero, engañador! ¡No me sigas tratando como si fuera estúpida! Ya se me abrieron los ojos contigo. Ya lo sé todo, así que no tienes que seguir fingiendo.

Samael (desesperado): ¡Pero no sé de qué me estás hablando!

Carola (irónica): ¿Ah, no lo sabes? ¿¡No lo sabes!? Pues te voy a dar algo con lo que sí vas a saber de lo que estoy hablando.

Carola saca del bolsillo de la chaqueta del uniforme el celular de Samael, busca las fotografías y se las muestra en toda la cara.

Carola: ¡De esto estoy hablando! ¡Toma el celular y míralo por ti mismo! ¡Hazlo!

Samael toma el celular totalmente desconcertado. Empieza a pasar las fotos una por una. Él las reconoce de aquella noche en que fue a cenar con Elisa al restaurante.

Samael: No entiendo cómo llegaron estas fotos hasta aquí. Ni siquiera me di cuenta que nos estaban fotografiando. ¿Cómo sabías que estaban guardadas en mi celular?

Carola: ¿Cómo tienes el descaro de preguntarme eso Samael? Pero claro, ¿qué vas a saber tú si siempre has sido un descarado? ¿Cómo es posible que juegues con las mujeres de esa manera?

Samael: Estás malinterpretando unas simples fotos (guarda el móvil en el bolsillo de su chaqueta). Esa noche Elisa me había confesado que estaba enamorada de mí. La vi mal, porque le dije que no podía verla más que como una amiga y solo la consolé.

Carola (incrédula): ¿Y desde cuándo las consolaciones son con besos? ¿O me vas a negar que en una de esas fotos la beses en los meros labios? ¡No más Samael! ¡No me enredes más! Yo para ti no soy más que una vergüenza. Te aprovechaste de mis sentimientos sólo para pasarte el rato conmigo y ahora sólo te odio. ¡Te odio! (llorando).

En ese momento, el ascensor para en un piso, pero antes de que Carola salga, Samael la toma del brazo para detenerla. Se escucha la canción "Rosa Pastel" de Belanova.



Carola: Suéltame. ¿No te ha sido suficiente tratarme como una basura? ¿No te satisface ver como sufro?

Samael: Carola, no me digas eso. Te acabo de explicar. Elisa fue la que me besó. Te estoy diciendo la verdad.

Carola: ¿Y qué hay de la noche en que me dejaste abandonada por quedarte con Elisa? ¿Ya se te olvidó lo que le dijiste de mí?

Samael se percata de que aquella noche, le confesó a Elisa que sus intenciones con Carola no eran serias, justo las mismas palabras de la grabación.

Carola: “Ella y yo no podemos congeniar”. Esa fue una de las cosas que le dijiste, ¿no es así? ¡Atrévete a negármelo en la cara!

Samael (cabizbajo): Sí, lo dije, pero te juro que ahora me arrepiento de todo eso. Tú me cambiaste la vida Carola. Yo ya no soy el mismo hombre de antes, porque te amo. Me he enamorado de ti y todo lo que le pude haber dicho a Elisa en el pasado, en el mismo pasado se quedó.

Carola: ¡Déjame ya! Ya oí de ti muchas mentiras y ya no estoy dispuesta a caer más en ellas. ¡No eres el príncipe que pensé ni que soñé para mí! Adiós Samael.

Y con esas mismas determinantes palabras, Carola va a salir del ascensor, pero nuevamente Samael la toma del brazo, la gira a él y la besa. Carola se suelta, abofetea a Samael y furiosa se va. El piso en el que el ascensor paró es el piso principal. Litzi está en su puesto de trabajo tecleando en el computador, pero al ver a Carola llorando, se levanta y corre hacia ella.



Litzi: Carola. ¿Ya hablaste con él? ¿Por eso estás así?

Carola: (asentando con la cabeza) Mi príncipe Litzi… mi príncipe no existe (se lleva la mano a la boca). Él pretendía seguirme engañando, pero no se le acabó y fui terminante.

Las dos amigas se abrazan fuertes. Litzi consuela a Carola. Samael también sale del ascensor y ve de lejos a Carola muy triste, tanto que se va de allí sintiendo como se le forma un nudo en la garganta.

INT. / GABY MUSIC, PISO PRINCIPAL / MINUTOS DESPUÉS

Carola se toma una aromática sentada en su puesto de trabajo. Litzi se sienta a su lado.



Litzi (molesta): ¡No puedo creer que Samael haya resultado ser así de patán! Y por encima de todo, se atrevió a decirte que te ama y hasta te besó (sorprendida).

Carola: No sé qué voy a hacer Litzi. Me duele mucho pensar que todo se terminó, que todo ese amor que nos teníamos sólo era una farsa. Espero que Elisa no se vaya a enojar conmigo.

Litzi: ¿Y por qué habría de enojarse contigo?

Carola: Es que seguro Samael va a intuir que la que me dijo toda la verdad sobre él fue Elisa y ahora de seguro le va a armar mero problema. Debí haber sido más dura y no haber hablado tanto.

El teléfono que está sobre el escritorio de Carola, suena. Ella lo contesta.

Carola: Buenos días. Disquera Gaby Music. Habla Carola. ¿En qué puedo servirle?

Quien habla al otro lado de la línea es el portero del edificio inmobiliario donde Carola y Litzi viven.

Portero (preocupado): Señorita Carola. Perdone que la llame al trabajo, pero usted me dijo que lo hiciera en caso de emergencia.

Carola (extrañada): ¿Por qué? ¿Qué pasó?

Portero: Figúrese que vinieron hace como media hora unos policías y tenían una orden para inspeccionar su apartamento.

Carola: ¿Policías en mi casa? ¿Y eso por qué? ¡Yo no hice nada!

Portero: Pues si hizo o no algo señorita, lo cierto es que dejaron su apartamento patas arriba. Cuando se fueron, uno de los policías llevaba cargando un maletín.

De repente, del ascensor del piso principal de la disquera se bajan Elisa y dos policías. Se dirigen hacia Carola.

Carola: Tengo que colgar. A la noche me cuenta Humberto (cuelga el teléfono).



Elisa: ¡Esa es Carola! ¡Esa es la zarrapastrosa inmunda que me robó! ¡Arréstenla!

Carola: (levantándose asustada) ¿Qué yo qué? ¿De qué está hablando señorita Elisa?

Policía 1: ¿Es usted la señorita Carola Gómez Saín, verdad?

Carola (desconcertada): Sí, soy yo. ¿Qué necesitan señores agentes?

Litzi: (murmurando) Esto me da un mal presentimiento.

Policía 1: Señorita Gómez, queda usted bajo arresto por hurto a la señorita Elisa Montero.

Carola (impactada): ¿Qué? ¡No, eso no es verdad! ¡Yo no hice nada de eso! ¡Yo no le robé a nadie!

El policía 2 le pone las esposas a Carola, frente a la sorpresa de Litzi y a la sonrisa maliciosa y disimulada de Elisa. Otros empleados de la disquera se quedan a ver la escena. Los policías se van llevando a Carola.

Litzi: ¡Esto debe ser un error! ¡Carola no es una ladrona! ¡Suéltenla!

Carola: (gritando) ¡No! ¡Suéltenme! Yo no le robé a Elisa. Eso es mentira, no es verdad. ¡Suéltenme, por favor! ¡Litzi, ayúdame!



Gaby: (saliendo de su oficina) ¿Pero qué gritos son esos? ¿Qué está pasando aquí?

Litzi: ¡Ay doña Gaby! ¡Tiene que hacer algo! Se están llevando presa a Carola porque la acusan de que le robó algo a la señorita Elisa,

Gaby (sorprendida): ¿Qué? No puede ser posible.

Elisa: (interviniendo) Claro que es posible doña Gaby. Su nieta resultó ser una vulgar ladrona. Ella estuvo anoche en mi casa y aprovechó el momento para robarme muchísimo dinero y joyas. Lo siento, pero me vi en la obligación de denunciarla.

Gaby ignora a Elisa y sale tras los policías. Litzi sale tras Gaby. Estas dos últimas están muy angustiadas.

Gaby: (a los policías) ¡Por favor deténganse señores! Esto debe tratarse de alguna equivocación o sabotaje. Carola sería incapaz de robarle a alguien, por favor.

Carola (asustada): ¡Abuela, ayúdame! No permites que me lleven a la cárcel. Yo no le robé nada la señorita Elisa. Eso es mentira.

Policía 1: (a Gaby) Lo sentimos señora, pero la señorita Elisa Montero levantó una denuncia contra su nieta por hurto. Encontramos los objetos robados en su apartamento y además, disponemos de una prueba que la inculpa directamente. Debemos trasladarla hasta la estación, con permiso.

Los policías continúan llevándose a Carola. La muchacha no se queda sin tratar de soltarse, pero es casi imposible. Suben al ascensor. Gaby se queda mirando impotente con una enorme mortificación.

Gaby: (llevándose las manos a la boca) ¡Carola, mi nieta! Dios mío. Litzi tenemos que ir a la estación de policía inmediatamente. Acompáñame, por favor.

Litzi: Claro que sí doña Gaby. Espere recojo mis cosas y vamos.

Las dos se dirigen a recoger sus cosas para ir a la estación de policía. Elisa suspira con muchísima satisfacción.

Elisa: (pensando: Ahora sí me deshice de ese estorbo que se hacía llamar Carola. Fue más fácil de lo que pensé).

INT. / GABY MUSIC, ESTUDIO DE GRABACIÓN / DÍA



Samael se encuentra con el asesor de audio en el estudio de grabación de la disquera. Samael canta dentro de la cabina mientras es grabado. De repente, entra Esteban muy apurado.



Esteban: ¡Paren la grabación! ¡Es urgente!

Samael: (saliendo de la cabina) ¿Qué pasa Esteban? ¿Por qué entras así a interrumpirme?

Esteban: Samael, acabó de suceder algo terrible en el piso principal. Recién me entero por una secretaria. Se llevaron a Carola para la cárcel. La arrestaron.

Samael (sorprendido): ¿Qué? ¿Carola en la cárcel? ¿Y a dónde se la llevaron? ¿Por qué?

Esteban: A la estación de policía del centro. La acusan de robo, no sé. Tenemos que ir ya mismo.

Samael y Esteban salen juntos del estudio.

INT. / ESTACIÓN DE POLICÍA / DÍA

Carola es metida a una celda por un policía. Como Carola se resiste a entrar, el policía la empuja con fuerza y cierra la reja. Luego se va, dejando a Carola desconsolada y gritando. La chica se aferra a los barrotes de la reja.



Carola: (llorando) ¡Sáquenme de aquí! ¡Yo no le robé a nadie nada! Soy inocente. Sáquenme. ¡Sáquenme de aquí, se los pido por favor!

En la oficina del agente de policía encargado, llegan Gaby y Litzi.



Gaby: Buenas tardes señor agente. Supongo usted que sabe quien soy yo y el motivo por el que me presento a su oficina en este momento.

Agente: Buenos días señora. Sí, efectivamente sé que es Gaby Gómez, la abuela de la chica que acaban de traer. Tomen asiento por favor. ¿En qué le puede ayudar?

Gaby y Litzi toman asiento frente al escritorio del agente de policía. Al otro extremo está sentado él.

Gaby: Seré breve. Quiero que me diga por qué mi nieta está bajo arresto. Sé que la están inculpando de robo, pero por Dios, ella es una muchacha honrada, incapaz de eso (desesperada).

Litzi: Perdón que me meta, pero así es. Todos en la disquera conocen a Carola y saben que ella es buena. Todos la queremos, ¿cómo la pueden encerrar así?

Agente: Resulta que la señorita Elisa Montero vino desde muy temprano a este despacho para denunciar a Carola por hurto. Estaba desesperada porque las cosas robadas son de mucho valor para ella. Tan segura estaba inculpando a la chica que hasta una prueba me entregó, una prueba que la incrimina directamente.

Gaby (incrédula): ¿Y se puede saber qué clase de prueba le entregó?

Agente: La cédula de ciudadanía de su nieta, que de seguro se le cayó al momento de estar robando. Después de eso, mandé dos oficiales para su apartamento y allí encontraron los objetos hurtados, escondidos debajo del colchón de la cama. Por la denuncia impuesta, teníamos que arrestarla.

Gaby: ¡Pero eso es imposible! Carola no es ninguna ladrona. Entienda que ella es una buena persona. Yo le inculqué buenos valores. Esto debe tratarse de algún sabotaje sólo para perjudicarla.

Agente: Entienda usted doña Gaby. Mientras la denuncia siga levantada, en lo más pronto posible Carola Gómez va a ser trasladada a una cárcel modelo.

Gaby (muy preocupada): No me diga eso. ¿Cómo Carola va a ir a la cárcel? ¡No puede ser!

Litzi: ¿Y un abogado doña Gaby? Usted podría contratar un buen abogado para que saquen a Carola de aquí. Todos los empleados de la disquera podríamos atestiguar y eso serviría de mucho.

Agente: Esa sería una buena opción, de esa manera podría rebajársele la pena o hasta quedar en libertad condicional. Mientras tanto, Carola continuará detenida esperando su sentencia por el juez.

Gaby: (suspirando resignada) ¿Cuántos meses aproximados podría quedar mi nieta en prisión?

Agente: No se sabe con exactitud doña Gaby. Depende de la decisión del juez. Podría variar entre seis a doce meses de cárcel, no lo sé.

Gaby: ¿Podemos verla? Me gustaría hablar con ella.

Agente: Claro, pero no pueden tardarse más de tres minutos.

Gaby y Litzi salen de la oficina del agente de policía muy preocupadas por la situación penal de Carola. Luego se dirigen a las celdas. Carola al verlas a través de la reja, corre a ellas desesperada.





Carola: (entre lágrimas) Abuela… Litzi. Yo no me robé nada, se los juro. No me robé nada. Me están acusando de algo que no hice. Me tienen encerrada aquí. ¿Qué va a pasar conmigo?

Gaby: (conmoviéndose por Carola) ¡Ay mi niña! Me duele mucho verte aquí y en este estado, pero no puedo hacer nada. La señorita Elisa buscó la manera de inculparte hasta el fondo y en tu apartamento encontraron lo que supuestamente le robaste.

Carola: ¡Pero abuela, eso no puede ser! Yo sí acepto que estuve en la casa de Elisa, pero no me demoré más de diez minutos. Ella me dijo que fuera porque tenía que mostrarme algo importante. Litzi es testigo. Yo se lo dije.

Litzi: Eso es verdad. Y a mí esto sinceramente me parece una trampa que organizó esa bruja para perjudicar a Carola.

Gaby: No nos adelantemos a los hechos. Si eso es cierto, apenas regrese a la disquera voy a hablar muy seria con esa muchacha. Me tiene que dar una explicación de por qué inculpa a Carola en algo tan serio.

Carola: Abuela, te suplico que me saques de aquí. Yo no quiero pasar la noche aquí, sácame por favor. Te lo pido.

Gaby: Carola, escúchame, no puedo hacer nada. Así no queramos, vas a tenerte que quedar muchos días aquí, pero Litzi y yo vendremos todos los días. Y voy a contratar un abogado para que te defienda y logre que salgas en libertad. Te lo prometo.

Policía vigilante: Ya deben retirarse. Es tiempo.

Gaby: Ya nos tenemos que ir Carola, pero debes tener mucha fe. Yo no soy a permitir que te trasladen a una cárcel. Tendrán que hacerlo por encima de mí, pero no lo voy a permitir (toma de las manos a Carola). Ten fuerza. Esto no será por mucho tiempo.

Litzi: Así es amiga. Mañana te traigo tus peluches, tu cepillo de dientes, tus cosas. No te vamos a abandonar.

Policía vigilante: Última vez que se los repito. Retírense.

Y frente al acoso del policía, Gaby y Litzi se van.

Carola (desgarrada): ¡Abuela! ¡Litzi! ¡No me dejen!

La joven se queda llorando, desvaneciéndose entre los barrotes de la reja.

INT. / GABY MUSIC, OFICINA DE ELISA / DÍA

Horas después de todo lo sucedido, ya se acerca el atardecer. Elisa está en su oficina hablando por teléfono, sentada en su silla giratoria y sosteniendo con la otra mano un periódico. En la portada del periódico aparece una foto de Samael, que dice en el encabezado “El cantante Samael Sáenz nos revela detalles íntimos de relación sentimental”. La persona con la que Elisa habla por teléfono es Spock desde el hospital.



Elisa (satisfecha): Así es querido padrino Spock. La zarrapastrosa esa está detenida. No te imaginas mi actuación. ¡Fue impecable! (mirando el periódico).

Spock (preocupado): No puedo creer que al final si le hicieras semejante daño a esa pobre muchacha. ¿Te alcanzas a imaginar como debe estar sufriendo en este momento?

Elisa: Me importa muy poco lo que sienta esa imbécil. Por mí que se muera de dolor y pena moral. Ahora deben sentir como el mundo se le viene encima.

Spock: ¿Sabes qué Elisa? Ya no quiero tener ningún tipo de relación contigo. No me cabe en la cabeza como puedes tener la sangre tan fría. No te deseo en este momento que tus planes sigan saliendo bien.

Elisa (sarcástica): ¿Quieres que te diga cuánto me importa tu opinión? Por mí aléjate, me vale. ¡Eso sí! Quiero que guardes silencio padrino. Nada de abrir tu bocota, porque te puede ir muy mal.

Pero Spock no habla más y cuelga el teléfono muy ofendido. Elisa hace lo mismo y suspira con gran satisfacción.

Elisa: (poniendo el periódico sobre el escritorio) Debería ir a hacerle una visita a la pobrecita Carola Gómez para darle mi pésame por todo su sufrimiento (ríe).

Pero justo cuando Elisa se levanta, tiene un fuerte mareo, mucho más fuerte que los pasados y la ataca un severo dolor de cabeza.

Elisa (histérica): ¡Maldito dolor de cabeza! ¡No lo soporto! ¡No lo soporto! ¡Ah! ¡Me duele mucho!

Gaby entra en ese momento a la oficina, sin ni siquiera tocar la puerta y se sorprende al ver el estado de Elisa.



Gaby: Señorita Elisa, ¿se encuentra bien?

Elisa: (gritando) ¡Claro que no me encuentro bien! ¿No ve? ¡Me está matando el dolor de cabeza! (se lleva las manos a la cabeza desesperada). ¡Me estoy muriendo! ¡Lléveme a un hospital maldita sea!

Gaby ayuda a Elisa a salir despacio de la oficina para dirigirse al hospital. Litzi desde su puesto de trabajo, se extraña al ver a Elisa tan adolorida.

INT. / ESTACIÓN DE POLICÍA, CELDA DE CAROLA / NOCHE

Ya llegada la noche, Samael y Esteban llegan a la estación de policía directamente a visitar a Carola. La chica al verlos, hace un gesto de desagrado. Ella no llora y al contrario está más calmada.



Carola: (volteándose para no ver a Samael) Perdóname Esteban, pero no puedo verte hasta que Samael se vaya. ¡No quiero verlo! ¡Dile que se largue!

Esteban: (susurrándole a Samael) Lo mejor es que me esperes afuera Samael. Yo hablaré con ella, no te preocupes.

Samael resignado, se retira. Esteban se queda con Carola, siendo vigilados por el policía de turno.

Esteban: Ya se fue Samael Carola. ¿Ahora sí podemos hablar?

Carola: (acercándose a la reja) Mil gracias por venir Esteban. Mira nomás la injusticia que estás cometiendo conmigo. Me están acusando de haberle robado yo no sé qué a la señorita Elisa. Me tienen encerrada.

Esteban: No me tienes que dar explicaciones. Yo sé que tú no te robaste nada, porque tú eres una buena chica. Antes de venir aquí, hablamos con el agente encargado y no entiendo como es que estás inculpada de algo tan delicado.

Carola: ¡Pos yo menos! Lo cierto es que me siento cansada. El mundo se me está viniendo encima Esteban (se le saltan las lágrimas). Primero me entero de que Samael me engañó para jugar conmigo y ahora me encierran aquí inocente. Yo no le hice daño a nadie.

Esteban: No llores Carola. No quiero irme de aquí preocupado. Todos te queremos mucho, y vamos a hacer lo posible por sacarte de este lugar. Inevitablemente deberás quedarte unos días, pero Samael pagará un buen abogado.

Carola: (limpiándose las lágrimas) ¡No quiero nada que venga de Samael! El abogado ya lo pagará mi abuela, así que no tiene por qué molestarse. Que se ahorre su plata, porque yo no la necesito viniendo de él.

Esteban: Está bien, como quieras. Vendré todos los días para que no te sientas solita. Piensa que mucha gente, tu abuela, Litzi, yo, te queremos y no te vamos a dejar sola en esto. ¿Entendido?

Carola: (sonriendo) Entendido.

Esteban: Me tengo que ir porque el guardia no me dio mucho tiempo, pero mañana a primera hora, estaré aquí y te voy a traer un pastel de pollo de los que tanto te gustan. Te quiero Carola.

Carola: Yo también Esteban. Gracias por todo.

Esteban se retira de allí. Carola procura ser fuerte para no llorar, se abraza a sí misma mientras se sienta en la incómoda cama que está dentro de la celda.

INT. / HOSPITAL, OFICINA DEL DOCTOR / AL DÍA SIGUIENTE

Elisa se encuentra en la oficina del doctor que la atendió el día anterior cuando la atacó un severo dolor de cabeza y Gaby la acompañó hasta el hospital. El doctor no tiene un buen gesto en el rostro y Elisa está ansiosa por irse.



Doctor (muy serio): Señorita Montero. Lamento decirle que no le tengo buenas noticias.

Elisa (un poco preocupada): ¿A qué se refiere doctor? ¿Qué salió en los exámenes que me realizó ayer?

Doctor: Señorita, en estos momentos usted… tiene alojado un tumor maligno en el cerebro. Tiene cáncer. Lo peor de todo es que es un tumor inoperable debido a la ubicación en la que se encuentra. Lo siento mucho…

Elisa queda impávida con la noticia.

CONTINUARÁ…

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