martes, 8 de octubre de 2013

¡Mi Príncipe! // Capítulo 13 // Desilusión

INT. / GABY MUSIC, OFICINA DE ELISA / DOS MESES DESPUÉS

Elisa se encuentra en su oficina, sentada y acompañada por su padrino Spock, que también está sentado.



Elisa: (fastidiada) Ya sabes lo que debes hacer esta noche, antes de que la zarrapastrosa y la otra imbécil de Litzi lleguen al apartamento. Ahora las dos andan de muy amigas y hasta viven juntas.

Spock (preocupado): Haré lo que quieras Elisa. ¿Pero qué pasará después contigo?

Elisa: No entiendo de qué me hablas. Explícate.

Spock: Me refiero a que después de mandes a la cárcel inocentemente a Carola y logres separarla de Samael, ¿qué seguirá? ¿Qué harás? ¿Pretenderás seducir a Samael Sáenz?

Elisa: (sonriendo pícara) Exacto. ¿Por qué crees que he planeado todo lo que haremos? Por Samael, porque lo amo y será mío. No voy a permitir que sea de otra. Primero mato a quien se atreva.

Spock (asustado): No sé qué pensar sobre ti Elisa. Cada día me doy cuenta de que estás mal, de que necesitas ayuda. Entiende que si Samael Sáenz realmente ama a Carola, será imposible que tú cambies un sentimiento así.

Elisa: ¡Cállate! ¡No te quiero escuchar! Yo sé como hago las cosas, no necesito de tus estúpidos consejos. Mejor ocúpate de hacer bien el trabajo, porque no voy a tolerar que algo salga mal, ¿entiendes? Para pasado mañana, esa idiota tiene que estar en la cárcel.

En su interior, Spock siente cierto susto, pues nota que su ahijada no está bien mentalmente.

Entretanto, Carola y Litzi están en una de los ascensores de la disquera, puesto que van en dirección al piso principal donde laboran. Las dos platican.



Carola (nerviosa): ¡Ya casi se acerca el lanzamiento del álbum de Samael! Y la verdad es que no me siento preparada para asistir a un evento así. ¿Qué me voy a poner? ¿Cómo voy a hablar? ¿Qué tal si hago quedar mal a Samael frente a sus conocidos?

Litzi: No te estreses por eso. Aún faltan dos semanas. Tienes tiempo de sobra para escoger que ponerte para ese día. Es más, si quieres podemos ir esta tarde de compras, después de la salida. ¿Qué te parece?

Carola (emocionada): ¡Me parece perfecto! La verdad es que las dos andamos un poco mal de ropa. Deberíamos aprovechar y vestirnos a la moda (ríe). Especialmente tú. ¿Cómo vas con los chicos, ah?

Litzi: (se sonroja) ¡Ay! ¡Cómo eres! ¡Estás loca!

Carola: ¿Loca? ¿No será al revés y tú eres la que se hace la loca? ¡Haber cuéntame! ¿Qué pasa con Esteban?

Litzi: No sé de qué me estás hablando Carola. ¿Qué tiene qué ver Esteban en todo esto?

Carola: ¿Ves como te haces la que no sabe? ¿Acaso crees que no he visto como lo miras cuando está cerca de ti? ¡Ya! Confiésalo. ¿Te gusta?

Litzi: ¡Pues sí! Así es. Me gusta Esteban. Me parece un hombre muy lindo, muy diferente a todos. Es… totalmente indescriptible. Él fue quien me ayudó y estuvo apoyándome en todo momento cuando pasé por toda esa situación tan difícil con mi tío.

Carola: (gritando emocionada) ¡Ay! ¡Lo sabía! ¡Lo sabía!

Litzi: ¡Ya! ¡No hagas tanto alboroto! No quiero que se entere toda la disquera.

Carola: Lo siento, lo que pasa es que me emocionan mucho este tipo de cosas, son como las telenovelas o como los cuentos de hadas. ¿No te parece súper apasionante como para gritar de emoción?

Litzi: Sí, es muy lindo, apasionante, emocionante, pero hay que poner los pies sobre la tierra. A mí Esteban sólo me ve como una buena amiga, nada más. Yo en cambio, siento algo mucho más fuerte por él. Es más que una simple atracción Carola. Cuando estoy cerca de él, siento que quiero derretirme en sus brazos, decirle lo que siento. ¡Me encanta!

Carola: Eso es justo lo que hace tu historia más romántica, que lo ames en secreto. A lo mejor deberías irlo enamorando, no sé, cuando te vayas a ver con él compórtate como una chica nice, dulce, háblale especial. Ya verás que al poco tiempo, él también va a empezar a sentirse atraído por ti. Yo más que nadie sé que a Esteban le gustan las chicas así, sé por qué te lo digo.

Litzi: ¡Está bien! Voy a seguir tus consejos. Ojalá pueda verlo hoy para empezar, aunque lo dudo porque tuvo que acompañar a Samael a una entrevista y supongo que terminarán tarde.

Carola: (haciendo un puchero) Sí, últimamente ha estado muy ocupado con todo ese lanzamiento de su álbum. Lo lindo de él es que al menos procura que pasemos tiempo (sonríe feliz).

Las dos chicas se sonrían entre sí, con cierta emoción por hablar de ese tipo de temas.

INT. / RESTAURANTE / DÍA

En un lujoso restaurante de la ciudad, con una decoración exquisita de color madera y ubicada en un ambiente campestre, se encuentran Samael y una periodista ocupando una mesa. Esteban también estaba presente. La periodista le realizaba al cantante una entrevista.



Periodista: Muchas gracias por aceptar esta entrevista Samael. Como ya sabemos, usted es un importantísimo ídolo pop. Es uno de los mayores exponentes del género y se han vendido de sus discos millones de copias. ¿A qué debe que cree el éxito de su carrera?

Samael: Bueno, pues son muchas las personas a las que les debo lo que ahora soy como cantante. Entre ellas, se encuentran mi amigo y mánager Esteban, al que ve usted presente en este momento, que ha sabido representarme a la perfección. No lo cambiaría.

Esteban le sonríe a Samael y la periodista.

Samael: También a mis padres y a la disquera con la que anteriormente tenía contrato.

Periodista: Ahora que menciona la palabra disquera, ¿qué le motivó a firmar contrato con Gaby Music, una de las disqueras más importantes del país? ¿Fue algo en particular? ¿Puede decirme algo sobre si situación sentimental?

Samael está dispuesto a responder sin ninguna reserva las preguntas que le formula la atrevida periodista.

INT. / GABY MUSIC, OFICINA DE GABY / DÍA

Gaby está en su oficina revisando una carpeta con varios documentos anexados. Carola está frente a ella, en el otro extremo del escritorio. Entre ambas hay silencio. La primera en romperlo es Carola.



Carola: ¿Y qué te parece abuela? ¿Todo está en orden?

Gaby: (terminando de revisar la carpeta) Sí Carola (le sonríe). Todo está bien, de hecho, mucho mejor de lo que me esperaba. Debo aceptar que al principio dudaba de tu eficiencia laboral, pero mi opinión ha ido cambiando. ¡Felicitaciones!

Carola: Muchísimas gracias abuela. Tus palabras son muy valiosas para mí. La verdad es que jamás en mi vida trabajé de auxiliar o secretaria, pero miras nomás lo bien que me he desempeñado.

Gaby: Sólo por eso habrá un aumento considerable en tu salario, muy merecido. ¿No crees?

Carola (sorprendida): Claro que no. No es necesario. Mi salario está perfecto. No necesito ningún aumento, pero de igual manera te lo agradezco.

Gaby: ¡De verdad que eres muy terca muchacha! Te vendría bien ese aumento para que por fin entres a una universidad. Ya tienes veinticuatro años. No sería nada raro que en cualquier momento tuvieras que hacerte cargo de un hogar y eso ya te agotaría las posibilidades de estudiar.

Carola: Está bien, acepto, pero te pido que no vayas a exagerar. Que sea un aumento justo.

Gaby: Así será, no te preocupes. Entre otras cosas, para salir un poco del tema del trabajo, cuéntame… ¿Cómo va todo con Samael Sáenz?

Carola (emocionada): ¡Va de maravilla! Siento que por primera vez todo me sale bien en mi trabajo, en mi situación económica, en mis relaciones. Todo marcha tan bien que quiero explotar de alegría, de emoción, quiero querer a todo el mundo abuela (sonríe feliz).

Gaby (feliz): Me alegra mucho por ti Carola. Te deseo lo mejor, pero ya sabes que no podemos esperar que las cosas nos caigan del cielo. Si antes todo te salía mal y te metías en problemas, era porque tú te lo buscabas siendo tan… abierta al mundo por no decir extrovertida.

Carola: Yo lo sé abuela, pero no te preocupes. Ya aprendí a diferenciar momentos para comportarme de cierta manera.

Gaby: Bueno, llévale esta carpeta a la señorita Elisa. Es necesario que firme todos los documentos para que dé su aprobación.

Gaby le entrega la carpeta a Carola; ésta la recibe, se levanta de la silla y sale de la oficina, no sin antes decir “con permiso”.

Mientras tanto, Elisa está en su oficina, sentada y dando vueltas en la silla giratoria al tiempo que habla por celular.



Elisa: (sonriendo satisfecha) ¿Tan pronto se terminó la entrevista? Pensé que se tardaría más.

Al otro lado de la línea habla la misma periodista que varios minutos antes entrevistaba a Samael.

Periodista: Soy bastante ágil en lo que hago señorita Montero. De una entrevista formal, pasamos a una entrevista personal. Le pregunté a Samael Sáenz cosas muy atrevidas sobre su relación sentimental actual. Para pasado mañana va a salir publicada en primera plana.

Elisa: Bien, pues tú ya sabes lo que tienes que hacer. Edita las respuestas de Samael como te lo dije. En esa entrevista, su idiota novia debe quedar como lo que es: una zarrapastrosa inmunda que merece lo peor. Recuerda la jugosa gratificación que hay de por medio.

Periodista: Claro que sí, pero usted también recuerde lo perjudicial que esto puede resultar para mi profesión como periodista.

Elisa: Eso ya lo hablamos. Tienes una asistencia legal que te da el derecho de divulgar lo que se te dé la gana, sea verdadero o falso. Con eso, Samael no podrá ejercer ninguna demanda contra ti. No olvides las fotografías que te entregué. Esas también tienen que salir impresas en la entrevista.

De repente, tocan la puerta de la oficina. Elisa se apresura a colgar.

Elisa: Hablaremos luego. Ahora debo atender otros asuntos (cuelga el celular y lo pone sobre el escritorio). Adelante.

Carola entra a la oficina totalmente indiferente, pero procura ser lo más cortés posible con Elisa.



Carola: Con permiso señorita Elisa. Le traigo estos documentos. Es necesario que sean firmados por usted (pone la carpeta sobre el escritorio).

Elisa: Primero necesito analizarlos antes de firmar, así que retírate. Te llamaré luego, pero antes de que te vayas, ¿me permites hacerte una pregunta personal?

Carola: ¿Sobre qué?

Elisa: Carola, ¿crees que una celebridad como Samael realmente siente algo especial por una chica como tú? ¿Por qué no hurgas en lo más profundo de ti? ¿Por qué no reflexionas sobre las diferencias tan abismales que hay entre ustedes?

Carola: Mire, yo no quiero mezclar las cosas de mi vida personal con las del trabajo. Aquí en la disquera, yo la veo como mi jefe, pero fuera, la veo como una intrigante cizañera que se corroe de celos y disculpe que se lo diga. Mi intención no es insultarla, sólo quiero aprovechar el momento para dejar de una buena vez las cosas claras entre usted y yo.

Elisa: (tratando de ocultar su inmensa ira) No te preocupes. Entiendo, pero es necesario que hablemos esto. Yo no quiero sembrar ningún tipo de dudas en ti respecto a Samael. Yo sólo quiero que te evites disgustos y malos ratos.

Carola: No entiendo por qué deba pasar esos “disgustos” como usted dice. Si se refiere a que pueda verme humillada siendo la novia de un cantante, no me sentiré así, porque…

Elisa: (interrumpiéndola) Carola, no me refiero a lo que estás pensando. El hecho de que seas una muchacha de poca superación no quiere decir que valgas menos y que por eso, no seas digna de ser la novia de Samael.

Carola: ¿Entonces qué es lo que quiere decirme?

Elisa: El punto es que Samael sólo ve en ti una novedad. Tal vez por eso se siente atraído hacia ti, pero no nos digamos mentiras. Él jamás tomaría en serio una persona como tú, no eres su tipo. Créeme porque lo conozco de hace muchísimos años. Tú eres inocente, un poco ingenua. En cuanto deje de sentir esa atracción te botará como un trapo sucio. No mereces un desplante de esta magnitud.

Carola: (sonriendo incrédula) ¿Sabe qué señorita Elisa? Usted podrá conocer a Samael de hace varios años, y podrá ser su amiga o enamorada secreta. Pero no trate de tomarme por bruta porque no lo soy. Si con sus palabras pretende que alejarme de Samael, no lo logrará, porque confío en él.

Elisa: No lo dudo, veo que lo podrías seguir hasta un precipicio con los ojos vendados, pero entiende Carola, eso es justo lo que Samael hace con todas las mujeres: las enamora, las vuelve sordas y necias a ver la realidad como es. Mira (solloza)… a mí me pasó lo mismo que está a punto de pasarte a ti. Samael se burló de mí, me enamoró descaradamente y luego me humilló (se le saltan las lágrimas). ¿Te acuerdas esa noche que nos encontramos tú y yo en el baño de aquel restaurante?

Carola (extrañada): Sí, recuerdo. ¿Por qué?

Elisa: (mintiendo) Esa noche, luego de que te fuiste, Samael me terminó. Nosotros dos teníamos una relación oculta. Él no quería que nadie se enterara. Me terminó justo por ti, porque por mí ya no sentía nada. Tú te convertiste en su nueva conquista. ¡Por eso me alejó de su vida! Ni siquiera volvió a dirigirme la palabra para que no me metiera en sus asuntos.

Carola (indecisa): Pues con eso que me dice, no sé qué pensar. Es algo difícil de creer. ¿Por qué entonces pasó la noche con usted y prefirió dejarme abandonada a la intemperie?

Elisa: (fingiendo estar enojada) Porque el muy estúpido me propuso quedarse conmigo la última noche como premio de consolación. Y yo como otra estúpida, con tal de tenerlo cerca de mí, accedí. ¡Samael es un canalla! Ya caí en su juego, y no es justo que más muchachas también lo hagan.

Carola: (cruzándose de brazos) De verdad que no sé que pensar. La siento… un poco sincera, pero no sé…

Elisa: Es comprensible que no me creas Carola, pero para que te convenzas de la clase de persona que es Samael, toma su celular cuando esté descuidado y ahí verás las pruebas contundentes de lo que te estoy diciendo. Y por si te queda alguna duda, ven a mi apartamento cuando quieras. Te mostraré algo con lo que sin duda te terminarás de convencer. Te daré una de mis tarjetas.

Elisa saca de uno de los cajones de su escritorio una pequeña tarjeta, se la entrega a Carola y ésta la recibe.

INT. / GABY MUSIC, OFICINA DE MORTICIA / DÍA

Morticia se encuentra en su oficina, besándose apasionadamente con Spock sobre el escritorio, mientras arrojan todos los objetos al piso para darse espacio. En un momento dado, Spock se asusta y deja de besar a su novia.



Spock (asustado): ¿Qué fue eso? ¡Toqué algo horrible!

Morticia: No fue nada. Mejor sigamos dándole rienda suelta a nuestra pasión. ¡Cómeme todita cariño! ¡Soy tuya de pies a cabeza! (ríe).

Morticia continúa besando a Spock, pero él se aparta, puesto que se siente muy culpable por ser cómplice de Elisa.

Morticia (triste): ¿Pero qué te pasa mi corazón? ¿Acaso no quieres estar conmigo? ¿O piensas que deberíamos esperar hasta la noche de bodas? (le guiña el ojo).

Spock: Es que me siento nervioso. Eres una mujer de alto voltaje, pero no me siento preparado. ¿Entiendes Morticia? Lo mejor es que sí esperemos hasta la noche de bodas.

Morticia: Osea hasta esta noche, porque la boda es en dos horas (emocionada).

Spock (muy sorprendido): ¿Qué? ¿Cómo? ¿Dos horas? Pero… ¿Por qué no me avisaste que nos casaríamos hoy?

Morticia: Porque quería que fuera una sorpresa mi Spock. En aproximadamente ciento veinte minutos estaremos unidos por siempre, fundidos en un amor lleno de pasiones y deseos. ¡Ya quiero estar en el salón donde el notario nos casará! ¡Oh, siento que me derrito de solo pensar que estaré envuelta entre tus brazos esta segunda vida entera!

Spock: (asentando abrumado con la cabeza) Claro, claro. ¿Y quiénes están invitados para asistir al evento?

Morticia: ¡Pos todo mundo! Mis amigas que vienen del inframundo, mi hermana Gaby, mi sobrina Carola y su novio Samael, tu ahijada Elisa. ¡Ay! ¡Pero me faltó invitar a mi querido Nessie! Y también a las tres extrañas de “El Poder de La Envidia”, principalmente a la Esmeralda. ¿Has visto la ropa que usan a la hora de ejecutar sus planes? ¡Divina de muerte!

Spock: (interrumpiéndola) Lo mejor es que te vayas a poner tu vestido de novia y que yo también me vaya a poner el traje que deberé usar. El tiempo corre en nuestra cuenta. Nos vemos en el salón.

Y con prisa, Spock besa a Morticia en la mejilla, aunque ella le roba un beso en los labios. Mientras él sale de la oficina, ella se queda sentada sobre el escritorio, cruzando las piernas y le ruge como un gato, al tiempo que hace la mano como si fuera una garra. Una vez sola, Morticia habla para sí misma.

Morticia: (suspirando) ¡Ay! ¡Qué hermosa es mi existencia en este plano terrenal! ¡En contados minutos estaré casada y seré una señora! Vamos a ver en qué me rebusco de trabajo ahora que mi asociación con Gaby Music quedará nula.

La locuaz Morti se queda pensando en qué trabajará luego de que deje de ser socia de Gaby Music.

INT. / SALÓN DE CEREMONIA / MÁS TARDE

Ya todos los invitados a la boda y casamiento entre Spock y Morticia se encuentran en el elegante salón, decorado con telas negras, murciélagos de papel y típicos adornos de Halloween. El notario está esperando a que lleguen los novios. La mayoría de presentes están sentados en las bancas, mientras que otros conversan de pie. Carola, Litzi y Gaby también están sentadas. Estas dos últimas hablan sobre la boda de Morticia, pero Carola no está muy atenta a la plática ya que mira pensativa a Elisa que conversaba amenamente con un señor en otra parte del salón. Cabe destacar que los invitados llevan puesta ropa de luto.



Gaby (fastidiada): No veo la hora de que éste casorio se acabe de una buena vez. Me parece una ridiculez de lo peor. Pero sin duda lo peor de todo es la ropa que nos obligó a llevar puesta la loca de mi hermana.

Litzi: Por favor cálmese doña Gaby. Aunque la ceremonia sea de locos, recuerde que se trata de un evento social y hay periodistas. No querrá que la fotografíen haciendo mala cara.

Gaby: Pues me da más vergüenza que me fotografíen teniendo este vestuario. No sé en que mundo vive Morticia. Mira nada más la decoración. Sólo le faltó casarse en un cementerio.

Litzi: Tiene la razón doña Gaby. Hay que compadecer al pobre señor Spock, pero véalo por el lado bueno. Ya no va a tener que soportar a doña Morticia en la disquera.

Gaby: (suspirando aliviada) Créeme que ese es el motivo que más me impulsó a hacer parte de esta locura. Y tú Carola, desde que llegamos has estado muy callada. ¿Te pasa algo?

Carola: Bueno, sólo me preguntaba por qué Samael no ha llegado aún. Mi tía Morti no tarda en llegar con el señor Spock. ¿Será que la entrevista se alargó más tiempo?

Gaby: A lo mejor, pero como tu abuela te hago una recomendación: no presiones mucho a los hombres más de lo debido. Te lo digo por experiencia.

Carola: (le sonríe) Gracias abuela. Lo tendré en cuenta.

Litzi: (susurrándole disimuladamente a Carola) Me da la impresión de que estás así por otra cosa ¿no?

Carola: (suspirando) Así es. La señorita Elisa me dijo algo que me dejó confundida sobre Samael y la verdad es que yo no sé qué pensar. La sentí tan sincera, pero no sé…

Litzi (intrigada): ¿Y qué te dijo?

Carola: Te lo diré después. Lo mejor es que antes de adelantarme a los hechos, lo compruebe. Por eso necesito que llegue Samael (desesperada).

Justo en este momento, llegan los esperados novios: Morticia y Spock, enganchados de brazo. Detrás de ellos, entran al salón Samael y Esteban. Todos los invitados se quedan en silencio. Los que estaban de pie, toman asiento. Samael se sienta al lado de Carola, le sonríe, mientras la toma de la mano; ella también le corresponde con una sonrisa forzada. Esteban se sienta al lado de Samael.



Samael: (susurrándole a Carola) Esteban y yo llegamos un poco más tarde porque trajimos a doña Morticia y al señor Spock en el auto.

Carola: Ya veo. ¿Y dónde los recogieron?

Samael: Pasamos cerca de Gaby Music y los vimos tratando de tomar un taxi. Por eso me ofrecí a traerlos.

En el altar del salón, ya están Morticia y Spock frente al notario. Es notable la inmensa alegría y emoción que siente Morticia, cuyo vestido de novia es negro por completo, al igual que su largo velo y el ramo de flores. Spock por su parte, no está tan contento; al contrario, no puede disimilar su incomodidad. El notario empieza a decir unas palabras. Morticia jala a Spock hacia ella para que queden más juntitos.



Notario: Hoy estamos aquí reunidos para presenciar el matrimonio entre la señorita Morticia Gómez y el señor Spock. Testigos de esta ceremonia, por favor preséntense para dar comienzo a las firmas correspondientes.

Carola y Samael se levantan de sus respectivos puestos, ya que son los dos testigos. Una vez se ubican tras Morticia y Spock, se procede a las firmas. Morticia es la primera en firmar el acta. El siguiente en es Spock, que aunque indeciso, al final firma. Posteriormente, firman los testigos, al tiempo que los fotógrafos y algunos periodistas capturan el momento con sus cámaras. Una vez terminan las firmas, el notario continúa hablando.

Notario: Ahora por el poder que me otorga el estado, los declaro marido y mujer. Una unión que ha sido establecida, por la que tanto el hombre como la mujer deberán trabajar de manera mutua, para que prevalezco el amor y los buenos principios morales. (A Spock) Puede besar a la novia.

Pero en vez de que sea Spock quien bese a Morticia, es ella quien lo besa a él primero con muchísima pasión, tanto que varios invitados abren los ojos de sorpresa, incluidos Carola y Samael.

HORAS MÁS TARDE

Ya es de noche. En el mismo salón se celebra la boda. Las luces están apagadas al estilo discoteca y suena una hermosa pieza instrumental la cual bailan la mayoría de invitados en pareja. Morticia por supuesto baila con su ahora esposo Spock.

Spock: Cariño, ¿a qué horas acabará la celebración?

Morticia: ¡Pos a media noche! Apenas termine, nos vamos tú y yo a solas, a consumar nuestro bello amor. Pero antes, quiero disfrutar de la fiesta. ¡Quiero divertirme!

Spock: ¿Y acaso no lo estamos haciendo bailando esta hermosa y pacífica canción?

Morticia (sorprendida): ¿A esto llamas bailar? ¡No mi corazón! Esto está más aburrido que ver las interlocuciones presidenciales (ríe). ¡Te voy a mostrar que es bailar! 




De repente, la música se detiene y empieza a sonar la canción “Atrévete” de Chenoa. Morticia se ubica en el centro del salón, y en pocos segundos se convierte en el centro de atención por sus ligeros y elásticos movimientos de baile. Detrás de ella, la acompañan dos bailarinas y dos bailarines profesionales que imitan a la perfección sus pasos. Poco a poco, todos los invitados de la fiesta la ovacionan; las luces de color neón iluminan el lugar al estilo discoteca.



En medio de tanta gente, Spock es estrujado, empujado y pisado, mientras se queja. En un momento dado, Morticia rasga su vestido de novia y queda con un sensual descote, sin dejar de moverse; de una máquina empieza a salir humo y el baile continúa.

Por otra parte, en el mismo salón, lejos del espectáculo de Morticia, Carola está al lado de Samael. El cantante les firma un par de autógrafos a dos chicas. Cuando termina, las chicas se retiran emocionadas. Carola aún está pensativa en todo lo que Elisa le dijo esa tarde, lo cual Samael nota.



Samael: ¿Te sientes bien? ¿Estás enojada? Sé que no te gusta que firme autógrafos, pero no quiero que se corra el rumor de que soy un antipático con mis propias fans. Entiende.

Carola: (sonriéndole) Samael… Yo confío en ti. Para nada me molesta que mi novio les firme autógrafos a otras chicas que se mueren por su música. ¿O acaso sí debería enojarme? ¿Tengo motivos para desconfiar de ti?

Samael (extrañado): ¿Qué preguntas son esas? Tú sabes que eres la única de mi vida, mi princesa.

Carola: La verdad es que a mí me extraña que siendo tú un hombre tan guapísimo, me hayas escogido precisamente a mí en medio de otras más recatadas, de mejor vestir…

Samael: ¡Porque sí! ¡Porque te quiero a ti! ¿Cómo quieres que te lo demuestre, ah? ¿Con un beso?

Entonces Samael toma a Carola de la cintura y la besa, pero para su sorpresa, Carola no le corresponde. Rápidamente, sin que se dé cuenta, la joven le saca a Samael su celular del bolsillo de la chaqueta negra que él traía puesta. De inmediato, lo esconde en su bolso.

Samael: ¿Qué sucede?

Carola: Discúlpame, es que tengo que ir al baño. Siento que me falta retocarme un poco el maquillaje. Ya vuelvo (le sonríe).

Tal y como lo dijo, Carola va al baño. Allí se encierra. Frente al espejo, saca del bolso el celular de Samael, lo enciende y empieza a buscar las posibles fotografías. Efectivamente allí se encuentran; aquellas fotos capturan a Samael más cerca de lo debido de Elisa. Carola pasa las fotos una por una, mientras la agitación se apodera de ella y se le forma un intenso nudo en la garganta.

Carola: (negándose con la cabeza) No. Esto no… no puede ser posible.

La joven continúa mirando aquellas fotos, sintiendo como su mundo se derrumba. Entretanto, en la fiesta, Elisa ve que Samael se encuentra solo, por lo que se acerca a él sonriendo.



Elisa: Hola Samael. ¿Dónde dejaste a la inocentona de tu novia que no la veo? ¿Se te perdió o acaso tú te le estás escapando?

Samael (incómodo): Mira Elisa, perdóname, pero no me agrada tu presencia. Las cosas entre tú y yo cambiaron mucho a causa de tu incomprensión y de los celos tan desmedidos que sientes por Carola. Sinceramente, ahora soy incapaz de verte como una buena amiga en la cual confiar.

Elisa (seria): Pues me duelen mucho tus palabras. La incomprensiva no soy yo, sino tú. No fuiste capaz de entender mis sentimientos, me ofendiste aquel día que estuviste en mi oficina restregándome en la cara que querías a Carola. ¡Me humillaste!

Samael: (sonriendo pícaramente) ¿Lo ves? Sólo hablas puras incongruencias. Yo no te humillé, ni te ofendí. Quise ser claro contigo, quise aclararte lo que sentía. La que no comprendió la situación fuiste tú, entiéndelo.

Elisa: Ya no más Samael. Ya no quiero seguir discutiendo contigo. Sé que en el fondo tú no amas a esa muchacha. Ella es sólo una novedad para ti, sólo por eso te atrae. La mujer que necesitas soy yo.

Elisa empieza a acercarse más a Samael y lo abraza con todas sus fuerzas, cosa que a él lo incómoda y a la vez, teme que Carola vea y llegue a malinterpretar.

Samael: Elisa, por favor, aléjate de mí. Con esto estás logrando que me distancie más de ti. Suéltame.

Elisa: Te amo muchísimo. No quiero soltarte nunca. No quiero dejarte. Vamos a lugar donde podamos estar solos, para que hagas conmigo lo que mejor te parezca. ¡Vámonos!

Samael (muy enojado): ¡Ya basta!

Y sorpresivamente, Samael empuja a Elisa con gran fuerza, quitándosela de esta manera de encima. Él la toma a ella del brazo.

Samael: Te exijo que me dejes en paz. ¡Ya no quiero que tengamos ningún tipo de relación! No me busques, no me llames, no me dirijas la palabra. ¿Lo entiendes? ¡Déjame de una buena vez! ¡Respétate y ten dignidad!

Samael suelta a Elisa con un movimiento brusco y se retira de allí. La joven está atónita por la severidad con que Samael la trató, mientras sus ojos se inundan de lágrimas.

En otra parte de la fiesta, Litzi está sentada y aburrida. En eso, Esteban se acerca y se sienta junto a ella con una carismática y animosa sonrisa.



Esteban: Hola Litzi. ¿Por qué no estás disfrutando de la fiesta? ¿No te parece que está bien divertida?

Litzi: Tal vez para aquellas personas que tienen motivos para estar animadas les parece divertida. Yo no soy de esas personas Esteban.

Esteban (extrañado): ¿Por qué lo dices? ¿De nuevo tienes problemas? ¿Te reencontraste con tu tío?

Litzi: No, a él no lo volví a ver y espero que nunca vaya a tener ese disgusto. En realidad no tengo ningún problema. Me está yendo perfectamente en el trabajo y desde que Carola y yo somos amigas he cambiado muchísimo. Ahora me siento liberada, me siento en paz, me siento muy contenta con esta nueva vida que he llevado, pero…

Esteban: ¿Pero qué? ¿Qué te falta?

Litzi (triste): Estoy enamorada de una persona, pero esa persona está demasiado lejos de mí. Lo quiero mucho, pero él no se lo imagina en lo más mínimo y solo me ve como una buena amiga. Por algo dicen que la felicidad nunca es completa y con eso me doy cuenta que es verdad. ¿No crees?

Esteban: (suspirando) Litzi, si pudiera te daría un consejo respecto a esto que me cuentas, pero créeme que no soy el más indicado. Yo también he pasado por situaciones similares; de hecho, me pasa lo mismo que a ti en estos momentos. Me gusta una chica, pero ella sólo me ve como un buen amigo. Es casi que inalcanzable para mí, pero trato de conservar los ánimos y de hacerme la idea de que el destino puede tenerme algo más preparado.

Litzi: Tienes razón. Algunas veces las cosas pasan por algo y el destino nos une con quien menos nos imaginamos. Es solo que me puse a ver algunas parejas de la fiesta bailar felices y desbordando ese cariño; por eso me sentí algo triste, pero ahora me has entender que debo tener tanto paciencia como resignación (sonríe). Lo mejor es esperar para ver qué sucede.

Esteban: Me alegra que así sea Litzi. Es lo mejor que personas como nosotros que nos hemos llevado desilusiones en el amor podemos hacer. ¿Sabes? Ahora que descubrimos que tenemos algo en común, podemos ser como una especie de confidentes en esto, ¿no lo crees? Podemos lidiar juntos y apoyarnos.

Litzi: (riendo) Sí, estoy de acuerdo contigo.

Tanto Litzi como Esteban comparten sonrisas. Los dos continúan platicando. En el baño de mujeres, Carola continúa viendo las fotografías del celular de Samael. En una de ellas ve como su novio y Elisa juntan sus labios, casi que en un beso. En otra imagen ve como ambos están abrazados de manera muy fraternal. Todo aquello hace que Carola sienta como su corazón se arruga. Ese nudo en la garganta cada vez es más intenso, porque las ganas de llorar se apoderan de ella, pero trata de contenerse.



Carola (solloza): La señorita Elisa decía la verdad. Samael me engañó. Él y ella tuvieron una relación. ¿Cómo es posible que tratara de conquistarme mientras estaba con Elisa? ¿Cómo es posible que sea tan hipócrita? ¿Cómo? (dice muy enojada).

La joven guarda de nuevo el celular en su bolso con enorme ira, sale del baño y recuerda parte de la conversación que tuvo con Elisa ese día:

FLASH BACK

Carola: (cruzándose de brazos) De verdad que no sé que pensar. La siento… un poco sincera, pero no sé…

Elisa: Es comprensible que no me creas Carola, pero para que te convenzas de la clase de persona que es Samael, toma su celular cuando esté descuidado y ahí verás las pruebas contundentes de lo que te estoy diciendo. Y por si te queda alguna duda, ven a mi apartamento cuando quieras. Te mostraré algo con lo que sin duda te terminarás de convencer. Te daré una de mis tarjetas.

Elisa saca de uno de los cajones de su escritorio una pequeña tarjeta, se la entrega a Carola y ésta la recibe.

FIN DEL FLASH BACK

Carola: (dejando de recordar) La señorita Elisa dijo que tenía otra prueba mucho más contundentes que estas fotos. ¿Qué clase de prueba será?

Ella se queda pensativa en eso. Entretanto, Spock logra salir de entre la multitud que ovaciona a Morticia por su espectacular baile. En ese momento, entra una llamada a su celular, viendo que la pantalla que se trata de Elisa.



Spock: (contesta) Dime Elisa, ¿qué quieres? ¿No te has dado cuenta que estoy ocupado?

Elisa: (histérica en el baño de mujeres) ¡Escúchame muy bien padrino! Quiero que ahora mismo vayas al apartamento de la zarrapastrosa y hagas tu trabajo. ¡Ahora mismo! ¡Me vale que estés ocupado!

Spock: Pero no puedo salir de la fiesta así como así. Morticia puede darse cuenta de mi ausencia. Le va a parecer raro.

Elisa: (gritando) ¡Te dije que no me importa! Ya tienes las llaves de mi casa. Ve a sacar el maletín de dinero y las joyas, luego te metes en el apartamento de Carola y pones todo en un lugar para que cuando la policía vaya, lo encuentre fácil. ¿Entiendes? Este es el momento perfecto ahora que ella está en la fiesta.

Spock: Está bien. Ya salgo a realizarlo todo al pie de la letra, tal y como lo quieres. Espero que esto sea lo último en lo que vaya a colaborarte, porque no soporto seguir siendo partícipe de todo esto.

Elisa le cuelga bruscamente a Spock y tira el celular contra el piso. Tiene todo el maquillaje corrido por haber llorado.

Elisa: ¡Esta fue la gota que rebosó el vaso! ¡Ya no voy a permitir que Samael me siga humillando por culpa de esa desgraciada! ¡La odio, la odio! (dice entre los dientes furiosa).

Litzi y Esteban platican amenamente sentados en unas bancas del salón. En eso, interviene Carola.



Carola: Disculpen que les interrumpa. Litzi, decidí irme ahora. No me siento bien. ¿Vienes conmigo o te piensas quedar un rato más?

Litzi: (levantándose) Bueno, pues todavía no es muy tarde, pero está bien. Vámonos ya. Hasta luego Esteban. Hablamos luego.

Esteban: Claro Litzi, adiós (se levanta también). Adiós Carola. Cuídense. ¿Van a tomar un taxi?

Carola: El autobús es más barato. La verdad es que no disponemos de mucha plata para pagar un taxi de aquí a mi barrio (sonríe forzada).

Esteban: ¿Y por qué no mejor Samael las lleva en el auto? Así ahorran el pasaje del autobús.

Carola: Muchas gracias Esteban, pero no quiero molestar a Samael. Mejor hablamos luego. De verdad no me siento para nada bien. Cuídate, chao. Ya vámonos Litzi.

Litzi: Claro.

Carola sale bastante apurada de la fiesta; tras ella le sigue Litzi. Esteban se queda un poco extrañado por el empeño que tenía Carola en irse.

VARIOS MINUTOS DESPUÉS
INT. / APARTAMENTO DE CAROLA / NOCHE


El apartamento de Carola está totalmente oscuro; ninguna luz está encendida y una persona anda entre la penumbra. Está vestida de negro, con una malla que oculta su rostro y unos guantes negros. Carga un maletín y saca una linterna para iluminar su alrededor. Sin darse cuenta, entra al cuarto de Carola cuya pared está pintada con rosa claro, con varios peluches sobre la cama y un poster de Samael pegado en la pared; hasta las sábanas de la cama tienen dibujitos de ositos tiernos. Cuando esta persona misteriosa habla, se descubre quien es:



Spock: Este debe ser el cuarto de la muchacha esa. Debe haber alguna parte donde pueda esconder el maletín, una parte donde ella no pueda notarlo, pero que a la vez sea fácil de encontrar para cuando la policía venga a requisar.

Spock continúa avanzando, pero en un paso se resbala con el tapete y se golpea con la mesita de noche, dejando caer al piso la lámpara. También se golpea la espinilla contra la cama pegando un gritito de dolor.

Spock: (sobándose la espinilla) ¡Demonios!

En eso, Spock se sienta en la cama para continuar sobándose la espinilla, sintiendo de esta manera la comodidad del colchón.

Spock: ¡Claro! ¡Debajo del colchón! Esta es la parte perfecta para esconder el maletín.

E inmediatamente se levanta, toma el colchón y con fuerza lo tira al piso. Una vez hecho, pone el maletín sobre las tablas de la cama y con rapidez, vuelve a poner el colchón para cubrirlo. De repente, escucha que alguien abre la puerta principal del apartamento por lo que se asusta.

Spock: ¡Llegaron! ¡Me tengo que ir ahora mismo! No tengo tiempo de dejar todo como estaba. ¿Por dónde salgo? (desesperado).

Quiénes llegan son Carola y Litzi.



Carola (extrañada): ¡Qué raro!

Litzi: ¿Qué pasa? ¿Qué te parece raro?

Carola: Es que de por sí la cerradura de la puerta es algo dura de abrir, y ésta vez estuvo blanda. La llave encajó perfectamente.

Litzi: Bueno, pues en vez de cuestionarnos eso, vamos a ver la telenovela que está por comenzar (emocionada). Voy a preparar el té (va a la cocina).

Carola: (cerrando la puerta) Está bien. Yo voy a ir prendiendo la tele de mi cuarto. Allá te espero.

La joven va para su cuarto, sin saber que allí se encuentra Spock que no sabe por donde salir. La única salida que ve el hombre es la ventana:

Spock: ¡Es imposible que salga por la ventana! ¡Estoy en el quinto piso!

Pero en vista de que Carola se acerca, Spock no ve otra opción: salta por la ventana del cuarto mientras grita muy asustado.

Spock: ¡Aaaaaaaaaaaah! ¡Mamá!

Y justo en ese momento, Carola entra al cuarto y logra escuchar el grito.

Carola: ¡Ay! ¡Los gritos del viejo de mi vecino me van a volver loca! (nota que su cuarto está supremamente desordenado). ¿Y aquí qué pasó? ¿Por qué mi cuarto esta así si lo ordené esta mañana?

La joven enciende las luces y ve como las sábanas de su cama están tiradas en el piso, al igual que sus peluches y la lámpara de su mesita de noche. Todo esto la deja muy extrañada.

INT. / SALÓN DE CEREMONIA / NOCHE

En la fiesta, Samael busca de entre la multitud a Carola, pero no la ve por ninguna parte. Por eso se acerca a Esteban que platica con Gaby.



Samael: Disculpen que les interrumpa su conversación. Quería preguntarles si han visto a Carola. La última vez que la vi me dijo que iba a ir al baño. Desde eso no la he visto.

Gaby: Yo la verdad tampoco la he visto.

Esteban: Yo sí Samael. Ella se fue de la fiesta con Litzi hace poco más de media hora. Pensé que lo sabías. ¿Se fue entonces sin despedirse de ti?

Samael (muy sorprendido): ¿Se fue de la fiesta? ¿Pero cómo? ¿Por qué no me dijo nada?

Esteban: La verdad no sé, pero lo que sí te puedo decir es que la noté algo apresurada para irse. Me extrañó un poco que tú no te hubieras ofrecido a llevarla en el auto, pero ella me dijo que no quería molestarte.

Samael: La llamaré ahora mismo a su casa. Seguramente ya debió llegar.

Pero Samael no encuentra su celular en el bolsillo de su chaqueta.

Samael: No encuentro mi celular. No puede ser que lo haya perdido. Lo tenía justo aquí (impaciente).

Esteban y Gaby notan a Samael inquieto. Éste último continúa buscando entre su ropa su celular, pero es inútil: no está; su celular lo tiene Carola.

EXT. / EDIFICIO INMOBILIARIO / NOCHE

A las afueras del edificio inmobiliario donde está en el apartamento de Carola, Spock camina cojeando, muy adolorido por la caída, que por suerte fue amortiguada por un árbol. Por eso trae incrustada en su ropa algunas ramitas y hojas pegadas de su cabeza. Detrás de él, le sigue un pequeño perro que le ladra, pero Spock no le hace caso, saca su celular y llama a Elisa.



Elisa (contesta estando en su apartamento): ¿Ya hiciste todo?

Spock: Sí, lo hice todo, pero con un sacrificio que no te imaginas. Por poco Carola me descubre en su cuarto escondiendo el maletín tanto que tuve que saltar por la ventana. Me duele todo mi cuerpecito (empieza a llorar como un niño).

Elisa: No puedes ser más idiota porque ya no eres capaz ni de superar tu propia estupidez. Menos mal todo salió bien y el maletín está junto donde quería.

Spock: (gritándole al perro muy enojado) ¡Ya cállate perra del demonio!

Elisa (sorprendida): ¿A quién llamas perra del demonio? ¿Te atreves a insultarme viejo orejón e inútil? ¡Tu estúpido peinadito me asquea!

Spock: No te lo dije a ti. Hace rato una perra me está siguiendo y no para de ladrarme. ¡Me estoy volviendo loco! Ya no sé qué es tener paz. Ahora tendré que llegar a soportarme la vieja loca de Morticia para que consumamos el matrimonio. ¡Qué horror! (sigue llorando).

Elisa (fastidiada): ¡Ya! ¡Deja de llorar! Tú te habrías evitado todo esto si hubieras sido un buen hombre, honrado y trabajador. ¿Qué necesidad tenías de robarle a mi padre? Todo eso me sirvió de hincapié para chantajearte a mi antojo. Pero ya padrino. Ya estamos a mano. Ya no me interesa lo que pase contigo. Te deseo suerte en tu noche de bodas con la señora Morticia. Adiós (ríe y luego cuelga).

Spock: ¡Elisa! ¡Elisa! ¡No me cuelgues!

En ese momento, Spock ve como el perrito se orina en sus zapatos y esto sólo aumenta el llanto desconsolado de Spock.

CONTINUARÁ...



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